Manifiesto

Asumimos que el problema de la contaminación ambiental no es solo un problema logístico, sino que también un problema de las actuales decisiones políticas y económicas que no han estado a la altura para enfrentar lo que hoy es un problema planetario, pues los intereses que las atraviesan parecieran ser siempre más importantes que la naturaleza misma que cobija a quienes toman estas decisiones. En esa línea, vemos que la lógica sobre la cual se levantan los distintos estándares sociales de comportamiento, consumo y gestión de necesidades, donde nos vuelven a todos partícipes de manera automática, entraña en sus propias reglas un comportamiento nocivo que ataca a sus mismos integrantes, por ejemplo al reventar economías pequeñas cuando se agotan todos sus recursos, al desplazar poblaciones enteras tras haber desestabilizado por completo sus climas nativos o, al sacrificar distintas zonas claves en la estabilidad de la biósfera, donde luego de haber contaminado y enfermado a su población, se destruyó entonces su fuerza de trabajo y por lo tanto la propia sostenibilidad de funciones en el tiempo.
Esta dinámica de flujos monetarios y materiales supone su propia eficiencia como método de superación de la crisis, y descarta todo intento de solución pactada con la promesa de que la autorregulación del mercado solucionará los problemas ambientales, donde distintas serán las firmas que se encargarán de traer soluciones innovadoras en la apertura de nuevos modelos de negocios sustentables. Y esto puede ser discutible, nosotros mismos nos levantamos desde ese pequeño espacio, sin embargo, lo que sostiene toda la lógica de los actuales niveles de contaminación, es precisamente esa forma lineal y aparetemente eficiente en la que se concibe el comportamiento de la sociedad actual, esto es, dejar que otros “se encarguen”. Cuestiones como la obsolescencia programada, la producción fast fashion y el sacrificio de distintas áreas naturales con sus respectivas especies como resultado de la búsqueda de la mercancía perfecta, nos han llevado al engaño de creer que el consumo es la etapa última en la producción de la riqueza, y por lo tanto el objetivo de todo desarrollo, ya vendrán nuevas soluciones a la crisis ambiental de la mano del mercado, se nos plantea, pero la realidad contrasta con creses este análisis imaginario.
Actualmente la temperatura media global se mueve alrededor de 1,2°C superior a las temperaturas preindustriales, sin embargo, el informe del IPCC el 2018 ya señalaba que de seguir aumentando la temperatura nos acarrearía diferentes estragos en distintas partes del globo. Por ejemplo, las olas de calor que en México alcanzaron los 80° en julio del 2023 podrían volverse una nueva normalidad en distintos territorios, los incendios forestales como los vistos la última década en el sur de Chile, se volverían cada vez más comunes en otros continentes, y las sequías serían aún más frecuentes en distintos países, exponiendo a situaciones trágicas a más de 411 millones de personas. Pero además, esto nos lleva a otra inminente crisis, el derretimiento de los hielos polares, que aparejado al aumento del nivel del mar, afectaría también el habitad de distintos animales, desde el fitoplancton hasta grandes mamíferos, como osos polares o ballenas, pero a su vez significaría también perder la capacidad de autorefrigeración que posee la tierra, tarea que al no cumplirse por falta de hielo en los polos, aumentaría aún más la temperatura global, como un siclo vicioso, donde el mismo proceso de calentamiento se reforzaría a sí mismo provocando estragos que ni si quiera se han logrado dimensionar.
Este informe ha pronosticado que la crisis se desataría luego de que la temperatura media del planeta supere en 1,5°C a la temperatura preindustrial, temperatura que al ritmo actual de contaminación se alcanzaría alrededor del 2040, no obstante, también ha señalado que si logramos disminuir a la mitad las emisiones de carbono globales actuales al 2030, nos mantendremos bajo de ese 1,5°C, lo que requiere de cambios políticos y económicos globales e individuales nunca antes vistos. Las formas lineales de producción, consumo y riquezas, más que nunca deben reevaluar sus lógicas internas para alcanzar esta meta, y nosotros estamos apostando a que todas y todos podemos ser parte de ese esfuerzo. Nuestro sueño es que millones de personas en el mundo se convenzan de que cuidar el futuro es una necesidad del presente, y que basta solo con querer cuidarlo para lograrlo. Con Recolive queremos aportar nuestro pequeño grano de arena a este proyecto global, y nos preocuparemos de entregarte la herramienta necesaria en tus propias manos, para que tú también lo hagas, porque si todos juntos reciclásemos el 90% de nuestros residuos domiciliarios, evitando la contaminación que ello supone, tal vez otro sea el futuro.

Equipo Recolive